Pero tranquilos, no he venido a hablar ni de compresas ni de genocidios (hoy no, al menos). He venido (aunque en realidad yo no me he movido) a tratar de dar respuesta a esas "grandes preguntas" que plantea el famoso anuncio y que, a día de hoy, me consta siguen sin tener respuesta (digna al menos): ¿a qué huelen los sueños?, ¿a qué huele la risa?, ¿a qué huele la música?, ¿a qué huelen las nubes?... en definitiva ¿a qué huelen las cosas que no huelen?.
En primer lugar hay que definir el termino "no huelen". Decimos que algo "no huele", o huele a "nada" cuando carece de olor. El problema es que "nada" es algo demasiado ambiguo.
Como muchos ya sabréis, el olor, tanto si nos referimos a un aroma agradable como a desagradable, es el resultado de sustancias químicas que se despiden y se evaporan en diferentes cantidades. Debido a su volatilidad las células receptoras de nuestra nariz las captan y, desde allí, los nervios transmiten la información al cerebro.
-¿Hueles eso? ¿Lo hueles, muchacho?
- ¿Qué es?
- Napalm, hijo; nada del mundo huele así. Amo el olor del napalm por la mañana. Una vez durante doce horas bombardeamos una colina y cuando acabó todo, subí. No encontramos ni un cadáver de esos chinos de mierda. Que pestazo el de la gasolina quemada. Aquella colina olía a... a victoria."
Coronel Kilgore, Apocalypse Now (1979)
Pero... ¿por qué percibimos el olor de unas sustancias y no de otras?
Por norma general, la mayor parte de las cosas (seres vivos incluidos) exhalan algo de sí, y si acercamos mucho la nariz, percibiremos algún olor, como ocurre con la madera o el cuero. Pero aunque exhalan olor muchos más cuerpos de lo que nos imaginamos, las cosas varían mucho, según las distintas materias. Podríamos decir que la intensidad de cada olor depende del número de moléculas presentes en su fuente original; a modo de curiosidad, uno de los más poderosos del mundo es el de la vainilla, que además de ser mi helado favorito, es una orquídea cuyas vainas huelen 1.000 veces más fuerte que el aceite de ajo y 15.000 más que la cáscara de limón.
En cuanto al olor de las "nubes" (para cumplir con lo prometido y dar respuesta a la pregunta del anuncio), hay que saber que en la atmósfera hay gran cantidad de núcleos de condensación, sobre los cuales las moléculas de agua condensan, formando diminutas gotas de agua. Entre los principales núcleos de condensación, tenemos: partículas de sal suspendidas en el aire, pequeñísimas gotas de ácido nítrico, sulfatos (que se producen en el aire debido a la combustión de productos ricos en azufre), partículas de polvo y polen e incluso cenizas de las erupciones volcánicas. Pero las nubes, como tales, no son otra cosa que conjuntos enormes de pequeñísimas gotitas de agua (a veces también de cristales de hielo).
Por tanto, dado que las nubes están formadas principalmente por agua, sustancia inodora, podemos afirmar con rigor que las nubes no huelen a "nada" o mejor dicho, no tenemos los receptores adecuados en nuestra nariz para definir un olor característico para el agua, pese a que las nubes, como hemos dicho, contengan los núcleos de condensación anteriormente citados que, aunque sí huelen, se encuentran en una proporción minúscula que tampoco seríamos capaces de percibir.
Hasta la próxima y... que la Ciencia (y los olores) os acompañen.
Olvidaste mencionar que toda experiencia sensorial depende, en gran medida, de las experiencias previas,valga la redundancia. Por lo tanto, una cosa que huela a "algo", dependerá de a qué asociamos dicho "algo", ya que nuestra percepción sensorial, no es ni mucho menos objetiva.
ResponderEliminarPor otro lado, debemos señalar también que el sentido del olfato está íntimamente relacionado con el del gusto, y aunque alguna cosa no seamos capaces de olerla, si podemos percibir su sabor, indirectamente notaremos también cierto "olor". De la misma manera, todos nuestros sentidos están relacionados (unos más íntimamente que otros), y por ende, la humedad y frescor presente en las nubes, genera una serie de sensaciones que distan mucho de dejar indiferente, transmitiendo olores a "frescor", a "lluvia" y/o a "petricor".
Si, por último, tenemos en cuenta que habitualmente "olemos las nubes" cuando están bajas, es decir, cuando hay niebla, debemos tener en cuenta también las relaciones de esa humedad con el entorno que las rodea (olor a tierra mojada, a ácido como ácidos húmicos, ácidos tánicos...).
En definitiva, puede que el problema no sea que las nubes no huelan a nada, sino que al igual que los esquimales tienen 30 nombres diferentes para definir los distintos tonos de blanco, nosotros, sencillamente, no tengamos las palabras adecuadas para describir ese olor.
Un saludo, y encantado de leerte!