¿Niño o niña?

25 de octubre de 2013

¿Alguno de nuestros lectores recuerda la "La Tribu de los Brady"?. Haciendo un poco de memoria, se trataba de una serie estadounidense de los años 70, que gira en torno a la convivencia de un matrimonio recién casado. Cada uno de ellos tenía tres hijos, varones en el caso del padre y niñas en el caso de la madre. Y de un modo muy lógico, podréis plantearos porque en un blog de ciencia se me ocurre hablaros de esta comedia televisiva.

Pues bien, estáis en lo cierto, pero todo tiene una explicación. Hace muy pocos días, alguien me preguntó: ¿Por qué algunas parejas sólo tienen hijas, y otras sólo hijos? ¿Hay algún modo de que se tenga más probabilidad de tener niño o niña? (Véis, algo si tiene que ver con la serie ¿eh?). Bueno, pues tratando de aclarárselo un poco a esa persona y de que todos vosotros aprendáis un poco mas del tema, hoy os voy a hablar del sexo de los recién nacidos.

¿Qué determina el sexo de los recién nacidos?

Cromosómicamente, el sexo en los mamíferos viene determinado por el Sistema XX/XY. Las células que componen nuestro organismo son Diploides, es decir, son células que presentan un número doble de cromosomas, concretamente 23 pares de cromosomas (en total, un humano cromosómicamente normal, presenta 46 cromosomas). Estas se denominan Células Somáticas, que son las que se van a encargar de desarrollar los tejidos y órganos. Además de estas células, existen los Gametos, o células reproductivas, que son Haploides, es decir, tienen la mitad de cromosomas (23). Estas células son los Óvulos en las hembras y los Espermatozoides en los varones y son las que se encargan de portar los cromosomas sexuales, los cuales se diferencian morfológicamente del resto de cromosomas. Son los cromosomas X e Y.

En los mamíferos existe una determinación del sexo primaria y secundaria. La determinación sexual primaria es la determinación de las gónadas u órganos sexuales (ovarios y testículos), la cual es estrictamente cromosómica y, en general, no es influenciada por el ambiente. Esto consiste en que si la hembra es XX cada uno de sus gametos tiene un solo cromosoma X mientras que el macho, al ser XY puede generar dos tipos de espermatozoides: la mitad llevara un cromosoma X y la otra mitad un cromosoma Y. De esta forma si el gameto femenino recibe otro cromosoma X del espermatozoide, el individuo resultante será XX y por lo tanto mujer y si el gameto femenino recibe un cromosoma Y del espermatozoide, el individuo será XY, el cual contiene un gen que codifica un factor determinante testicular, y por lo tanto se generará un varón (en todos los casos hablando de sexo cromosómico).

Por lo tanto, podemos concluir que el "responsable" del sexo del futuro bebé es el padre. Pero igualmente, podemos ver cómo el hecho de la determinación sexual depende del azar (50% de posibilidades de tener niño y 50% de niña). Y por lo tanto, poco podemos hacer si el azar, en familias múltiples, siempre se decanta por el mismo sexo.

La pregunta que ahora mismo alguien podría plantearse es si sería posible modificar esta "aleatoriedad". Decantar ese azar.

¿Es posible aumentar la posibilidad de uno u otro sexo?

Lo cierto es que la pregunta, a día de hoy, tiene una clara respuesta: NO, al menos hablando de manera natural, ya que sólo se podría escoger el sexo mediante técnicas como el diagnóstico genético preimplantacional o mediante selección de esperma, obteniendo el embarazo únicamente mediante técnicas de reproducción asistida como la fecundación in vitro.

Pero sí me gustaría destacar el Método Shettles y el Método Baretta.

Este último es un sistema basado en la alimentación de la madre antes del embarazo, que permite la posibilidad de elegir el sexo del bebé en función de los cambios que la dieta produce a nivel del moco cervical. Adriana Bareta, bióloga argentina, tras décadas de estudio, concluye que las secreciones femeninas son un filtro natural para los espermatozoides, puesto que si el moco cervical es muy alcalino, favorecen el paso de espermatozoides “Y”; si es más ácido, favorecen al espermatozoide “X”. Esto ya fue sugerido por el Dr Shettles a finales del siglo XX, basándose principalmente en la programación del coito en ciertos días del ciclo menstrual de la mujer en función de las características del moco que varían según el momento del ciclo.

Baretta considera que el contenido de ciertos minerales en la dieta durante los tres meses previos a la concepción, puede determinar el sexo de la descendencia.

Sin embargo, hay otras muchas causas que pueden modificar las características del moco cervical, como patologías, la ingesta de ciertos medicamentos... y por lo tanto resulta muy complicado poder aplicar realmente este método.

Por lo tanto, como habéis podido leer, poco podemos hacer frente a la naturaleza para conseguir el sexo que deseamos de nuestras futuras generaciones pero, en realidad, y a modo personal... ¿de verdad importa?

1 comentario:

  1. Esto ni es ciencia, esto no vale para nada. Cambio de línea editorial

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