La cristalografía, según el diccionario de la Real Academia Española es la "descripción de las formas que toman los cuerpos al cristalizar". Se trata de una ciencia fundamental en los estudios de la química, la física, la biología y la mineralogía y que en este 2014 está viviendo su Año Internacional. La Asamblea General de Naciones Unidas (UNESCO) proclamó 2014 Año Internacional de la Cristalografía, no solo por el centenario de la difracción de Rayos X como herramienta para el estudio de la materia cristalina, sino también por 400 aniversario de la observación de simetría en los cristales de hielo, un hito histórico. Así no es difícil encontrar noticias en prensa en las que se fomenta que la comprensión material de nuestro mundo se debe en particular a esta ciencia y que la enseñanza y aplicación de la misma es fundamental para hacer frente a múltiples desafíos esenciales para el desarrollo de la humanidad.
Pero no nos equivoquemos, me imagino que al hablar de cristalografía todos habéis empezado a visionar en vuestra cabeza las espectaculares cuevas llenas de cristales, preciosas y brillantes geodas de decoración o caros diamantes engarzados en anillos y collares, sin saber que esta ciencia nos rodea desde el mismo momento en que nos levantamos y que nos acompaña en cada paso que damos a nuestro alrededor. Algunos ejemplos son los cristales utilizados como componentes de la pasta de dientes, como granos de azúcar, como parte de las pantallas de cristal líquido de los despertadores, en nuestros teléfonos móviles, en las pantallas de nuestros ordenadores, en los convertidores catalíticos que de los coches, en la nieve del exterior o en los alimentos congelados en nuestra nevera.