¿Qué te cuentas? - (Acto Primero)

— ¡Hola!
— ¿Por qué no me coges el teléfono?
— (Mueca de fastidio) Lo acabo de coger, ¿o no?
— (Recriminando) Sí, pero has tardado.
— Jaja, no me puedo teletransportar. Aún.
— (Silencio de reproche) Siempre haces igual.
— Sí, ya me conoces, pero bueno... (Cambiando de tema). ¿Sabes a quién he visto hoy?
— ¿A quién?
— A la pequeña gata blanquinaranja. Ya parece que nos conoce. Es salir del coche y ya está ahí. Maullando. No sé de dónde sale.

Gata blanquinaranja alimentándose de sardinas ricas en Omega-3. Fuente: Marco Acevedo.

 — (Suspirando) Normal, si siempre le das de comer. Cosa que no entiendo, porque no te gustan los gatos.
— Bueno, que no me gusten, no significa que no sienta lástima por ellos. Está en los huesos y aún tiene las mamas hinchadas. No sé cómo se las arregla.

Flocke sobre una caja nido. Fuente: Nele Köhler.

— ¿No? ¡Comiendo las sardinas que le das! ¿Te parece poco?
— Bueno, ni que estuviera dándole sardinas todo el día. Vamos cada dos semanas...
— (Alzando la voz) Y lo peor es que luego me echas en cara que nuestra gata es un peligro para el ecosistema...
— (Irritado) ¡Y es que lo es! Ese gato apuntaba maneras de joven y, ahora (chistando), ya lo ves... Subiéndose a las cajas nido todo el día. Que, bueno, es su naturaleza. Por muy bien alimentados que estén, ya sabes que son unos excelentes cazadores. Si se les pone por delante algún pequeño animalillo, no dudarán en intentar atraparlo.
— (Incrédula) No será para tanto.
— ¿Que no? Los gatos domésticos son uno de los principales factores en el declive de las poblaciones de aves y otros pequeños vertebrados, como lagartijas y roedores. De hecho, están incluidos en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más peligrosas del planeta. Ahí es na'.
— Pensaba que las causas principales eran los atropellos y las colisiones con postes y edificios. Por eso se ponen los adhesivos con forma de pájaro en los cristales.
— Pues, no sé. Creo que, como suele pasar, es una cuestión de disponibilidad de información. Hace unos meses, se publicó una importante revisión de un grupo americano en que se afirmaba que, hasta ahora, se había infravalorado el efecto de los gatos sobre las poblaciones de aves y otros pequeños animales. Por lo que he mirado, no se han realizado muchos estudios a gran escala, pero cada vez que se publica un nuevo artículo, las estimaciones aumentan peligrosamente. No sé si bien porque hay más datos disponibles o bien cada vez más gatos. O ambos. Supongo que es más sencillo contar los cadáveres bajo los aerogeneradores o junto a edificios que preguntarle a los gatos cuántos pajarillos cazan cada semana.
— ¿Y daba datos el estudio?
— Sí, la verdad es que obtenían resultados interesantes, porque, además, diferenciaban entre gatos domésticos con dueño y gatos asilvestrados. Los investigadores estimaron que los gatos domésticos como Flocke atrapan por año, entre 4 y 18 aves y entre 8 y 21 pequeños mamíferos, ardillas incluidas.
— Bueno, no parecen tantos.
— Sí que son, porque a esto hay que añadir lo que cazan los gatos silvestres, cuyo tamaño poblacional se desconoce, aunque los autores estimaron que sólo en Estados Unidos existen entre 30 y 80 millones de gatos silvestres. Total: entre 23 y 46 pájaros más por año y gato y entre 129 y 338 pequeños mamíferos. Sobre estos últimos no había datos, pero sobre las aves esto significa que hasta el 15 % del la población se la zampan los gatos. Miau.

Distribución de probabilidades de la estimación de la mortalidad de aves y pequeños mamíferos en EE.UU. causada por gatos silvestres. El valor más probable de mortalidad sobre la avifauna es de 2.400 millones de bajas anuales causadas por gatos. Para mamíferos, este valor se quintuplica y alcanza los 12.300 millones de bajas. Fuente: Nature communications. Bajo licencia NPG#3424300169318.

— Mmm... Son datos preocupantes.
— Sí lo son. Y, lo peor, es que se considera como un factor antropogénico de mortalidad. Al final, casi siempre aparece el ser humano como agente principal de cambio en los ecosistemas. Pero bueno... Flocke, cualquier día de éstos, descorrerá el pestillo de la caja nido con la pata y dará buena cuenta de los polluelos. Y de los padres, si están. Luego sus almas errantes te piarán en sueños: "¡Piip! Tu gaaata nos comió uno a uno ¡Piip! No dejó ni las pluuuuumas. Ahooora la eficacia biológica de nuestros paaadres es ceero. Ceero. ¡Piip!".
— (Crispada) ¡No tiene gracia! Bist doof. (Largo e incómodo silencio. Responde triste). Esta mañana estaba la puertecita abierta y había plumas en el suelo... Y la caja estaba vacía.
— (Sarcástico) Fantástico. (Piensa durante unos segundos). Hay que poner otro pestillo. O un candado.
— (Suspira triste) Sí.
— (Resignado) Lo mejor será cambiar la caja de lugar. Ahora ya sabe lo que hay dentro. Es como una máquina de chicles para Flocke... No me gustan los gatos...
— (Cansada) Pero les das de comer.
— (Protesta) ¡Joder! (Largo silencio) Sí. No les tengo que dar de comer.
— En fin. ¿Y eso es todo lo que has visto hoy?
— (Cambia la voz, contento) ¡No! También estaban las hermanas.
— (Desconcertada) ¿De la gata?
— No, las hermanas garduña. Las tres. Juntitas. Y eso que, en teoría, son animales solitarios y territoriales. De camino siempre nos encontramos varios excrementos delimitando su territorio. Supongo que no tardarán en dispersarse y establecer su propio territorio.

Tres ejemplares juveniles de garduña (Martes foina) en Alcoy. Fuente: Estación Biológica Font Roja-UA.

— (Curiosa) ¿Pero sólo habéis visto ésas?
— No, las cámaras capturaron también otro ejemplar. Pero era un adulto. Quizá la madre. O no. ¿Quién sabe? En cualquier caso, no ha aparecido con tanta frecuencia. Debe de tener un área de campeo mucho más amplia que estas tres.
— No va a haber recursos y espacio suficientes para todos en esa zona.
— Bueno, parece que, de momento sí. Aunque la zona de estudio no llega a 20 hectáreas, se las ve muy activas y parece que se alimentan adecuadamente. Supongo que ya cuando llegue el otoño ampliarán su área de campeo a 100-300 hectáreas. Vamos, entre 1 y 3 km², lo típico para un ejemplar adulto. Además, si son de diferente sexo, luego se solapan los territorios.
— (Desconcertada) ¿Pero no me habías dicho que habíais encontrado excrementos que consistían sólo en restos vegetales secos y sin valor nutritivo alguno? ¿Que debían de estar bastante famélicos para alimentarse de ramas y hojas?
— Sí. (Pensativo) Pero creo que eso fue con los zorros, aunque ahora mismo no lo recuerdo bien.
— ¿Y los zorretes cómo van?
— Bueno, dirás más bien el zorrete, porque el individuo adulto que capturamos la primera semana no ha vuelto a aparecer. (Se ríe) Eso sí, al zorrete lo hemos pillado después del baño.
— ¿Cómo?
— (Risueño) Sí, en una captura aparece todo mojado. Se ve que venía de la rambla-2, cruzó el río y subió al pinar, que es donde debe de tener la madriguera casi seguro. Y, además, parece que ha ido ganando peso y tamaño, así que, pese al aparente declive poblacional del zorro frente a la población de garduñas, que ha aumentado estos últimos dos años, este ejemplar se está desarrollando con normalidad.

Evolución de tres semanas de un ejemplar juvenil de zorro (Vulpes vulpes). Fuente: Estación Biológica Font Roja-UA.

— (Incrédula) ¡Sí que sabéis cosas sólo con las fotos!
— Bueno, no sólo por los muestreos fotográficos. Pero sobre lo que realmente te quería hablar es que, por lo visto, las garduñas y otros mustélidos presentan una estrategia de reproducción llamada implantación diferida. Una vez fecundado el óvulo, el zigoto entra en un estado latente hasta...
— (Interrumpiendo) Bueno, eso ya me lo cuentas otro día que te enrollas mucho y tengo que acabar cosas.
— (Refunfuñando) OK. Bueeeno. Luego nos vemos.
— ¡Pero no te enfades!
— ¡Me enfado!
 

Y si os habéis quedado con ganas de más:

— Interesante artículo de la UICN en que se hace una pequeña selección de las especies invasoras más destacadas: https://portals.iucn.org/library/efiles/documents/2000-126-Es.pdf
— Un interesante vídeo sobre los efectos de las especies invasoras en el ecosistema: https://www.youtube.com/watch?v=Pa7A4dv0LZ8