Este es para mí el comienzo de una gran aventura junto a esta familia bizarra. Mi misión: llenar vuestras mentes curiosas de vida o, lo que es lo mismo, presentaros a vuestros parientes los seres vivos del planeta Tierra. Y he pensado que para mis primeros pasos en esta andadura personal, nada mejor que contar cuándo surgió todo lo que se me ocurrirá en las entradas futuras y quienes fueron estos primeros protagonistas de la Biosfera.
Siendo sincera, probablemente buena parte de lo que escriba en este post sea mentira dentro de unos años. Y es que el origen de las especies sigue siendo un enigma para la Humanidad. A pesar de haber reflexionado e investigado durante siglos, nos faltan muchos capítulos por hilvanar. Aún así, voy a atreverme a contar una versión simplificada del cuento que se acepta en la actualidad.
Cualquier historia, y más si es larga, empieza con un índice. |
Sabemos que nuestro planeta nació hace unos 4.600 millones de años. Los primeros 100 millones de años fue una bola ácida y tremendamente árida, pero no tardaría suceder la primera catástrofe: la colisión del asteroide Theia, que convirtió La Tierra de golpe y porrazo en una bola de fuego. Un trozo de este cuerpo estelar quedó orbitando alrededor del planeta y así nació nuestra Luna.
Podríamos decir que Theia despertó al planeta, provocando una intensa actividad volcánica con la ayuda de otros millones de perdigones más que volaban por un Sistema Solar inestable, y que impactaban continuamente contra la superficie de la Tierra. Muchos científicos sostienen la teoría un tanto extravagante de que muchos de estos cuerpos celestes estaban cargados de nuestro líquido fundamental, el agua, en estado de vapor por la elevadísima temperatura del planeta (no en vano, a este gran periodo o eón se le ha llamado el Hádico, en honor al Hades de la mitología griega). Vapor y CO2 se aliaron conformando una nube tremenda... y perpetua...
Hicieron falta 500 millones de años de Hades para que la temperatura bajara lo suficiente y se desatara una larguísima tormenta, que formaría el primer gran océano. Este cubrió el 90% de la superficie y debió ser de un suave color rojo, por su gran contenido en hierro. El escenario se completaba con una presión suficiente como para aplastar un cuerpo humano y temperaturas aún muy elevadas, de más de 93ºC de media. Sin embargo, el agua marcó el comienzo de un nuevo capítulo, el Eón Arcaico, donde nuestros antepasados más remotos aparecieron en escena.
Meteorito marciano |
Pero cómo lo hicieron sigue siendo un misterio. Lo cierto es que la Tierra contaba con varios de los elementos químicos necesarios, pero le faltaban los catalizadores que debían convertir estos ingredientes en material genético. Las últimas noticias que tenemos, apuntan a que el empujón vino desde el planeta rojo, a bordo de meteoritos cargados de minerales con boro y molibdeno, que aquí eran muy escasos y que causaron una auténtica revolución.
El dónde es también una de las grandes preguntas, porque aunque tradicionalmente se ha aceptado que la vida surgió en el agua, ahora todo parece indicar que más bien fue en la tierra, concretamente en fangos calientes donde se concentraron todos los ingredientes de esta receta de la vida (algo que se le ocurrió por primera vez a Darwin a mediados del siglo XIX)
Los primeros terrícolas fueron arqueobacterias como la de la foto, auténticos supermicrobios capaces de vivir en medios sin oxígeno, sin luz, muy calientes o muy ácidos, donde ninguna otra forma de vida es concebible. Como no tienen competencia, muchas han llegado hasta nuestros días sin apenas registrar cambios evolutivos (si no has leído el post Extermófilos, te lo recomiendo).
Staphylotermus marinus es una arqueobacteria actual que vive en el fondo de los océanos, en ambientes con mucho azufre y temperaturas cercanas a los 100ºC (fuente: Society for General Microbiology) |
Quizá en paralelo o quizá a partir de las arqueobacterias (los expertos todavía no se han puesto de acuerdo), aparecieron las algas azules, más conocidas como cianobacterias. Estas fueron las verdaderas heroínas de este periodo tan revuelto y decisivo para la vida, porque fueron capaces de hacer dos cosas muy muy importantes:
1. Alimentarse de las piedras que había, con alto contenido en elementos como el hierro. Y como cualquier ser vivo que come, llega un momento en que tiene que defecar. Y con esta dieta, sus excrementos no podían ser otra cosa más que piedras. Transformadas, pero piedras, donde se quedaban incrustadas las cianobacterias Estos excrementos-roca-trampa mortal se llaman estromatolitos, y son el registro fósil más antiguo que se ha hallado hasta el momento.
En Warrawoona, al noroeste de Australia, se han encontrado estromatolitos de 3.500 millones de años.
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- Porque el oxígeno de las cianobacterias provocó que el océano pasara del color rojo al azul.
- Porque el aire quedó limpio de metano. Y este gas mantenía el planeta muy caliente, así que a medida que se fue esfumando la temperatura cayó provocando la primera glaciación mundial.
- Porque hasta entonces la mayor parte de los seres vivos eran anaerobios y no podían vivir con este aire nuevo, así que hubo una primera extinción masiva.
- Porque marcaría el desarrollo del resto de las formas de vida, dependientes de este gas y de la capa de ozono.
Lynn Margulis (1938 - 2011) |
Y entonces, cuando la vida por fin empezaba a despuntar y a parecerse a lo que conocemos hoy en día, hace 700 millones de años, ocurrió otra hecatombe: la segunda glaciación mundial. La Tierra se convirtió en una enorme bola de nieve, probablemente porque el supercontinente de entonces, Rodinia, bloqueó las corrientes que iban de los polos al Ecuador. El resultado fue terrible: temperaturas de -40ºC, capas de hielo de kilómetros de espesor y, claro, otra enorme extinción masiva similar a la de La Gran Oxidación. Pero este, obviamente, tampoco fue el fin.
La Vida había venido para quedarse.
Está claro que la nuestra es una historia de sucesos catastróficos. Sin embargo, ninguno de estos desastres ha supuesto el fin definitivo ni muchísimo menos. Más bien han sido comienzos extraordinarios. Todas las crisis han sido oportunidades bien aprovechadas. La prueba la tenemos a nuestro alrededor, con una biodiversidad actual extraordinariamente diversa y absolutamente perfecta, seguramente mucho más divertida para la mayoría de los lectores y sin duda para la que firma este post. Pero lo cierto es que yo estaré eternamente agradecida a mis parientes más lejanos, las arqueobacterias y cianobacterias, por su microscópica valentía y empeño. Sin ellas, no estaría escribiendo esta noche de 2013, para Ciencia Bizarra. ¡Hasta la próxima entrada!
¡Queremos un especial sobre abiogénesis y las arcillas catalíticas de RNAs autoreplicantes! ¿Qué fueron antes? ¿Los ácidos nucleicos o las proteínas?
ResponderEliminarSimplemente, me ha encantado el post Ghurdan, no podrías haber empezado mejor tu andadura en el blog, enhorabuena, y espero que sigas desvelándonos la historia más antigua de nuestro planeta en futuros posts.
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