¡Feliz Invierno!

26 de diciembre de 2013

O...¡Feliz Navidad! ¿Cuántas veces has escuchado esta frase en las últimas horas? Según la tradición cristiana estos días celebramos el cumpleaños de un señor que armó una marimorena tremenda. Pero si nos remontamos al origen de esta fiesta, mucho antes de Jesús, María y José, parece ser que lo que celebramos realmente en Navidad es el comienzo de una temporada en la que el Hemisferio Norte terrestre va a estar mosqueado con el Sol. Todo comienza el día 21 de diciembre, en el solsticio de invierno: la distancia entre ambos es relativamente corta, pero se miran de reojo y no hay calor en sus miradas... Empieza el invierno.

Salvo excepciones, todos los organismos tienen que conseguir que su temperatura corporal se mantenga dentro de unos límites compatibles con la vida sea cual sea el ambiente exterior. Esto se vuelve muy complicado cuando la temperatura baja de los 0ºC, la radiación solar es mínima, el agua potable está atrapada en bloques de hielo y la comida está en esos mismos bloques o refugiada de estas mismas condiciones.

Afortunadamente, cuando la fábrica de la naturaleza lanza nuevos valientes a la jungla del planeta Tierra, les regala tres estrategias para sobrevivir al invierno: a) un diseño morfológico y fisiológico para resistir tal cual son, b) flexibilidad para adaptarse temporalmente a la estación fría, o bien c) buenos motores para hacer las maletas y largarse.


ESTRATEGIA NÚMERO 1: ¡RESISTE Y VENCERÁS!

Como las plantas no se pueden desplazar, ni tiritar para entrar en calor, es en este Reino donde encontramos algunos de los mejores ejemplos de superdiseños para soportar el frío. Muchas son como cojines redondeados, pegados al suelo y con las ramas apretadas. Así pueden retener mejor el agua porque solo una pequeña parte de su superficie queda expuesta. Algunas vienen además con hojas gruesas y protegidas, que hacen de almacén.
La retama del Teide, una superviviente de la alta montaña.
En el mundo animal, los diseños para el frío son más o menos equivalentes. Los animales homeotermos tienen cuerpos grandes y extremidades cortas, para minimizar el contacto con el exterior. Sus aislantes térmicos son el pelaje abundante y la piel gruesa. El oso polar, por ejemplo, tiene un grueso abrigo de cerdas largas, huecas (rellenas de aire) y ¿blancas? No. Transparentes. Así la radiación puede llegar hasta su piel negra, preparada para absorber hasta la más mínima migaja de calor. Y por si fuera poco abrigo (que de hecho lo es), los osos cuentan con una capa de grasa subcutánea que le aísla aún más.

Bajo un aparente blanco nuclear...
...se esconde la piel negra del oso polar.

Y otros animales, ¿como lo hacen? El arsenal de herramientas es amplio. Por ejemplo, muchas aves tienen una glándula uropígea, una minifábrica integrada de aceite dos en uno: impermeabilizante y abrillantador de plumas. Otros, y también algunas plantas, cuentan con un arma secreta: producen anticongelantes, en forma de proteínas, en forma de glicerol o una mezcla de ambas

El zorro ártico está tan bien preparado para el frío que permanece
activo incluso a temperaturas de -70ºC 

ESTRATEGIA NÚMERO 2: DUERME COMO UNA MARMOTA

En invierno cada movimiento supone un gasto que no todos los seres vivos pueden permitirse. El problema principal de esta estación no es el frío en sí mismo, sino el hecho de que encontrar comida para reponer fuerzas (y entrar en calor) es muy difícil. Por eso, muchos se quedan en standby todo el invierno, con todo apagado salvo el pilotito rojo.

Aparte de no hacer absolutamente nada, los hibernadores disminuyen su frecuencia cardíaca, su respiración y su temperatura corporal, entrando en un estado de hipotermia controlada. Algunos se quedan tan fríos y duermen tan profundamente que puede parecer que están muertos. Por ejemplo, los erizos de tierra y las marmotas.
La marmota pasa la mitad del año preparando el sueñecito de la otra mitad
Otros entran en un estado de sopor en el que no llegan a dormir profundamente pero detienen su actividad y su metabolismo. Este es el caso de las mofetas o el único ave hibernadora conocida: el chotacabras.

Chotacabras pachacua, el único ave que hiberna.
En el caso de los osos se han registrado siestas de hasta 8 meses, con una temperatura corporal de 10ºC y nueve latidos por minuto. Durante ese tiempo, no comen ni beben. Consumen las reservas de grasa corporal que acumularon a conciencia durante el otoño. Una vez acaba el invierno, pasan semanas deambulando como si estuvieran borrachos, hasta que su organismo recupera el equilibrio de la vigilia.

También las plantas leñosas detienen su metabolismo. No crecen ni producen ninguna estructura nueva. Los árboles caducifolios pierden sus hojas para protegerlas de la congelación y otras dejan que desaparezca absolutamente toda su parte aérea, conservando vivas sus raíces para resurgir cuando mejoran las condiciones.

ESTRATEGIA NÚMERO 3: BYE BYE BABY 

Esta opción queda reservada para los animales más viajeros de la naturaleza, presentes en todos los grupos, desde mamíferos hasta insectos. Para estos aventureros, la única forma de sobrevivir al invierno es gastar todas sus reservas en viajar cientos o miles de kilómetros hasta un lugar más adecuado para encontrar comida y sacar adelante a la descendencia. Sorprendentemente, tanto la ruta como la residencia de invierno es siempre la misma, aunque esa generación no haya estado allí nunca. Llegan siguiendo el sol, las estrellas, las referencias en el terreno... A veces sirven también los olores, los campos electromagnéticos y su propio instinto.

El campeón de las largas distancias es el charrán ártico, con 80.000 Kilómetros de vuelo anual. Este ave de poco más de 30 cm cruza el planeta de arriba a abajo en dos ocasiones al año para vivir en un eterno verano polar: el del hemisferio norte y el del hemisferio sur.

Ruta migratoria del charrán ártico
Algunas migraciones son auténticos fenómenos turísticos. Es el caso de la migración de la mariposa monarca a través de Norteamérica, una de las pocas migraciones multigeneracional, o la Gran Migración de la Sabana. En esta última, más de un millón de ñus, acompañados por cebras, hacen un viaje en círculo de 3.000 Kilómetros entre Tanzania y Kenia, persiguiendo pastos frescos. Esta migración, que dura un año entero, es también un acontecimiento para los depredadores. Leones, hienas y cocodrilos nunca lo tendrán más fácil. Por eso es fundamental que los terneros recién nacidos aprendan en unos minutos dos cosas vitales: 1)quién es su madre y 2) cómo se hace para correr muy muy rápido.

Definitivamente, yo no serviría para ser ñu. Más bien prefiero dormitar en mi guarida como un oso polar hasta el equinoccio de primavera. Sin embargo, conozco personas migrantes dispuestas a viajar en busca de climas mejores. Y también conozco auténticos Snowlovers, personas que adoran el frío polar y muy lejos de hibernar, más bien estivan...  ¿Y tú? ¿Cómo te las arreglas para sobrevivir al invierno?


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