De románticos parásitos navideños.

19 de diciembre de 2013

Género de plantas hemiparásitas, de aspecto globoso, de hasta 0,5 m, dioicas. Tallo compuesto por artejos cilíndricos, de ordinario con más de dos ramas divaricadas en cada nudo. Hojas opuestas (o más raramente en verticilos de 3), con lámina diferenciada, elípticas u oblongo-lanceoladas, coriáceas, 3-7 nervadas, persistentes. Inflorescencias de ambos sexos en racimos muy reducidos, terminales y axilares...


Fuente: Diversidad Agroambiental de Aragón




Así comienza la descripción en el Volumen 8 de Flora Ibérica de un género de plantas muy singular, que algunos de vosotros habréis visto en alguna ocasión caminando por nuestros bosques y jardines, y que cobra especial interés en fechas navideñas, especialmente, en las latitudes más septentrionales de Europa y América (aunque allí habita otro género diferente). Me estoy refiriendo al género Viscum, más conocido como muérdago.

En la actualidad, a diferencia de muchos políticos (p. ej., _ _ _ _ _ _, os dejo un espacio en blanco para que  rellenéis según vuestras preferencias), este organismo parásito se encuentra de capa caída, pues ya no está rodeado por el aura de tiempos pretéritos. Gracias al historiador romano Plinio el Viejo, hoy sabemos que, para los galos (las tribus celtas de los cómics de Astérix), el muérdago (especialmente, cuando su hospedador se trataba de un roble) era considerado una planta sagrada y mágica, pues se pensaba que era capaz devolver la fertilidad a los seres estériles y contrarrestar cualquier tipo de veneno.

Historieta "Está que muerde con el muérdago".
En el año 50 a. C...

BECARIOESCLAVIX.—(Con las pupilas ampliamente dilatadas por los vapores de la pócima que lleva removiendo durante horas) ¡Maestro, maestro! ¿Cómo puede aquel ser que crece sobre nuestro árbol sagrado permanecer verde durante el frío y duro invierno, mientras las aves hace tiempo que marcharon y los árboles del bosque no son más que esqueletos sin vida?
DIRECTORDETESIX.— (Con tono solemne) Los dioses envían a ese ser para sellar su promesa de que, después del frío y duro invierno, volverá la época de la fertilidad, en que los rebaños darán a luz sus crías, los árboles florecerán y las semillas germinarán.

Gracias a sus haustorios o raíces modificadas, el muérdago es capaz de atravesar la corteza de ciertos arbustos y árboles, como pinos, álamos, manzanos y otras 450 especies, y extraer agua y sales minerales del xilema del hospedador. Esta característica le permite a Viscum album sintetizar glucosa y otros esqueletos carbonados (como precursores de los aminoácidos) sin el coste energético que implica bombear el agua y otros nutrientes del suelo al sistema radicular. A diferencia de las especies holoparásitas, las hemiparásitas como el muérdago conservan parte o todos sus pigmentos fotosintéticos (clorofilas), de ahí que mantengan el color verde todo el año y destaquen tanto estas "bolas verdes colgantes" en los bosques caducifolios.

Esquema y fotografía de los haustorios o raíces parásitas del muérdago. Fuentes: Wikipedia y Scintillanting Speck





En la mitología nórdica el muérdago aparece también con un destacado papel. El segundo hijo de Odín, Baldur, dios de la verdad y la luz, comenzó un buen día a sufrir horribles pesadillas en que era asesinado por los animales y plantas del bosque. Los demás dioses de Asgard, temerosos de que los sueños de Baldur fueran premoniciones y, con su muerte, reinaran en el mundo la mentira y la oscuridad, hicieron prometer a todos los seres del bosque que jamás dañarían a Baldur. Uno a uno, los osos, los lobos, las águilas, los rosales, las hayas, los robles... Todos sellaron su promesa. Bueno, todos menos uno, el pequeño e inerme muérdago. Tal endeble organismo no podría nunca suponer un peligro para un dios. Este fallo de seguridad, fue aprovechado por el dios Loki, quien talló una flecha con el insignificante muérdago y atravesó el corazón del dios Baldur. Afortunadamente para los pueblos nórdicos, que ya disfrutan de pocas horas de luz a lo largo del año, Frigg, madre de Baldur, consiguió resucitar a su hijo con sus lágrimas y besos. Éstas pasarían a ser, a partir de entonces, las bayas del muérdago. Sus besos protegerían y traerían la felicidad a aquellos que, debajo de la planta, recordaran este dramático acontecimiento y albergaran la paz en sus corazones.

Sin embargo, este insignificante organismo se encuentra en estado de guerra permanente y esta lucha continuada y sin cuartel durante miles de generaciones ha moldeado y seleccionado la morfología, estrategias y ecología de esta planta: la guerra por la luz. La radiación solar que alcanza el suelo de un bosque no es suficiente para permitir el crecimiento de la mayoría de especies vegetales, así que sólo existen dos caminos posibles: adaptarse a la baja radiación disponible (plantas esciófilas) o crecer en altura y, de paso, dar sombra al vecino y evitar una futura relación de competencia por los recursos y el espacio. Algunas especies como la hiedra o los potos, también habitantes en la oscuridad de los bosques, han desarrollado órganos especiales para trepar encima de los árboles y llevar a cabo la fotosíntesis. El muérdago, por otra parte, se decantó por los hábitos de vida epífitos y, viniendo de la pendenciera familia de las Santaláceas (donde muchos de sus miembros se dieron a la vida del hampa), prefirió no seguir los pasos de la laboriosa Bromelia y continuar la estela de sus primos y tíos.

Y ésta es toda la historia del endeble muérdago.

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— ¡Abueeloooo! ¡Que te dejas la parte de la dispersión de las semillas!
— Cierto, cierto. Aunque es una historia algo escatológica para estos días de adviento.

Para desarrollarse, las semillas de Viscum album han de germinar sobre un posible huésped u hospedador. Pero, ¿cómo consigue esta planta evitar que sus semillas no caigan al suelo, un hábitat no apto para ellas? Nuevamente, aprovechándose del trabajo de otros, aunque, en esta ocasión, no gratuitamente. Para dispersar sus semillas de forma efectiva y más amplia, el muérdago establece una alianza con ciertas aves, una relación de mutualismo en que ambas especies sacan algún provecho. Por ejemplo, la curruca capirotada extrae la semilla de la baya antes de alimentarse, pero los glotones zorzales ingieren la baya entera contribuyendo posteriormente a su dispersión e incremento de la heterogeneidad genética de la población (puesto que se reducen los cruces entre plantas parientes). A este refinado fenómeno de transporte animal se le ha dado el nombre de endozoocoria.

Ciclo de vida del muérdago. Fuente: USDA Forest Service.
No es de extrañar la veneración que sentían los celtas y los pueblos escandinavos por esta especie. En la lucha por la supervivencia, el endeble muérdago ha "desarrollado" estrategias y características que le han permitido matar a dioses y crecer sobre gigantes. Casualidad, fina observación o intuición, finalmente tenían razón los druidas galos al considerar el muérdago una planta "mágica".

Así pues, amigos bizarros, ¡os deseamos unas felices fiestas!

So here it is Merry X-Mas
Everybody's having fun
Look to the future now
It's only just begun


 Y si os habéis quedado con ganas de más:

— Completo pero corto vídeo sobre el muérdago: http://www.youtube.com/watch?v=rruAy051Yro
— Ficha técnica del Gobierno de Aragón sobre la especie: http://servicios3.aragon.es/OraclePortal-Documentum/servlet_download?rObjectId=090c0a83800dd0e7


1 comentario:

  1. Que gran post, que buenas las curiosidades mitológicas y que buena la canción. Un post redondo para Navidad.

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