Tal vez con este título la gente piense que quiero promocionar este producto que por bueno y sano se merece unas palabras en nuestro blog. Y no es porque sea una gran amante del vino (que en realidad, me aventuro a afirmar, que a quien más y a quien menos le gusta este derivado de la uva), sino porque los beneficios del vino son conocidos desde hace muchos años. Y puede que os preguntéis cual es el motivo por el cual he decidido hablar brevemente de él. Pues bien, el motivo es el siguiente:
Hace unos días, en una de esas guardias infernales que solemos tener, vino a la urgencia una paciente que me hizo una recomendación a tener muy en cuenta. Os pongo en situación: paciente de 85 años, con una vitalidad increíble, que físicamente aparentaba (y os prometo que no exagero) 20 años menos como mínimo. Ante aquella vitalidad y buen aspecto, no se me ocurrió otra que preguntarle que cual era su secreto. La respuesta no fue otra que
tomar una copa de vino diariamente. Y sin pensarlo le dije:
“¿En serio? ¡Pues voy a tener que tomar nota si quiero llegar a tener el aspecto que tiene usted con su edad! ¡Si alcanzo los 80 años como usted me cambio ahora mismo de profesión!”. (No me lo tengáis en cuenta, por favor, que a ciertas horas de la noche una ya no piensa ni en lo que contesta jajaja)