Favores que se agradecerán profundamente

2 de julio de 2014



Conocemos aproximadamente 1,75 millones de especies diferentes. Por el ritmo al que se descubren otras nuevas, se cree que en realidad existen entre 5 y 30 millones de formas de vida diferentes sobre el planeta Tierra. Incluso algunos se aventuran a predecir que la biodiversidad mundial cuenta con más de 100 millones de especies distintas. A pesar de ser tantas, todas nos necesitamos para poder vivir. Por ejemplo, si se extinguieran las abejas -las principales polinizadoras de las plantas- no habría frutos. Y sin frutos no habría semillas. Así que simplemente no tendríamos nada que comer.

En este piso compartido de 149 millones de Kilómetros cuadrados, cada uno tiene su papel. Sin embargo, muchas veces despreciamos al resto de los seres vivos. Permitimos que sufran, que tengan que irse a otros lugares, los matamos sin motivo e incluso somos testigos de la extinción de especies completas. ¿Qué supone esto? ¿Perdemos algo porque se extinga una planta o un insecto? En Ciencia Bizarra te contamos algunos favores que nos hacen nuestros congéneres, para que tu mismo lo valores.


Favor número 1: Fabrican aire. Gratis.


Todo el mundo sabe que las especies del Reino Vegetal modifican la composición del aire: toman el exceso de dióxido de carbono y devuelven una inyección de oxígeno. Justo al revés que el Reino Animal, diseñado por la naturaleza para aprovechar el oxígeno y devolver dióxido de carbono. Nada es casual en este engranaje. 


Uno de nuestros pulmones, el más grande, se encuentra bajo el mar. Son las algas. Esas “plantitas” que se nos enredan entre las piernas cuando nos bañamos en el mar producen entre el 70 y el 80% del oxígeno presente en la atmósfera. Esto no debe sonarte raro si tienes en cuenta que dos tercios de nuestro planeta es agua y que en el mundo submarino no hay carreteras, ni ciudades ni plantaciones de soja. Tan solo zonas más o menos fértiles, según las corrientes marinas. Un ejemplo de ecosistema marino especialmente rico en algas, y biodiversidad marina en general, son los arrecifes de coral.

El otro de nuestros pulmones, un poco más pequeño pero no menos importante, son los bosques.  En la actualidad, más o menos una tercera parte de las tierras emergidas del planeta están cubiertas por masas forestales. Pero a pesar de necesitarlos tantísimo, según WWF cada día se pierden el equivalente a 40.000 campos de fútbol en superficie de bosques. ¿Para qué los arrasamos? Principalmente para plantar grano, que sirve para alimentar vacas criadas fuera de un equilibrio natural, que acaban convertidas en miles de millones de hamburguesas. Quizá un día no muy lejano, el Happy Meal traiga de regalo una botella de oxígeno con sabor a ketchup.


Favor número 2: Resucitan muertos 

En el cole aprendemos que existen seres vivos herbívoros, carnívoros u omnívoros. Pero no nos enseñan que algunos se alimentan de caca y de muertos. Son los saprótrofos, caso de las lombrices, los hongos o muchas bacterias. Estos seres vivos que habitan bajo nuestros pies, no solo hacen desaparecer los residuos de otros, sino que en su propia digestión transforman esta basura orgánica en fertilizantes.

En muchos casos, su función también es física. Por ejemplo, las lombrices a su paso cavan túneles, que airean el suelo repartiendo mejor los gases para que otras especies puedan respirar. Otros, como muchos insectos, controlan las poblaciones, comiéndose todo bicho que se piense que "la tierra es suya" y prolifere más de la cuenta (a más de uno de dos patas deberían hincarle el diente). El equilibrio siempre es delicado y nunca estático en este ecosistema tan poco popular entre el ciudadano de a pie que resulta que es el principio y el final de la cadena de la vida.

Favor número 3: Son nuestras musas 

Todo lo que se le pueda ocurrir a una cabeza pensante humana ya se le ha ocurrido antes a la madre naturaleza. Con 4.000 millones de años de ensayo-error, ¡qué menos! Ella es nuestra mejor enciclopedia de consulta y lo mejor es que sus diseños no tienen copyright. Basta con pararse a observar cómo son y cómo funcionan los seres vivos. Cada uno de ellos y cada parte de su cuerpo son obras de la más perfecta ingeniería. Piensa en el mecanismo de un ojo, o en el proceso de contracción de una fibra muscular. Por ejemplo, científicos de California se encuentran estudiando cómo producen sílice las diatomeas, para imitar este proceso en la fabricación de hardware informático. En el mismo campo, otros estudian cómo aplicar mediante algoritmos el proceso de selección natural en la optimización de software. La imitación de la naturaleza, o biomímesis, es un campo fascinante que nos inspira a la hora de innovar y mejorar la arquitectura, la mecánica, la industria textil o la climatización, entre otras cosas. Aquí, y aquí tienes un montón de ejemplos más. 

Los coches del futuro, inspirados en formas y procesos de la naturaleza.

Favor número 4: Nos mantienen fuertes y sanos

Hace poco leí un post que trataba de aclarar cuál es la definición del
concepto vida, y después de un análisis un poco de perogrullo, concluía diciendo que la vida se define simple y únicamente por el hecho de que "se come a la vida". Lo cierto es que todos los productos que ingerimos proceden de otros seres vivos salvo el agua y la sal. Nuestros compañeros de planeta nos proporcionan el placer del gusto, nos llenan el estómago y nos nutren con todas aquellas moléculas que necesitamos para vivir sanos. Y si algo falla y enfermamos, también habrá seres vivos capaces de curarnos o aliviar nuestros dolores. A día de hoy, más de la mitad de los fármacos salen directa o indirectamente de la naturaleza. Por ejemplo el ácido acetil salicílico, en parte del sauce blanco, o la penicilina que fabrican algunos hongos de la especie Penicillium. La rama de la farmacología que estudia las plantas con este objetivo se llama farmacognosia. Hoy en día, se invierte mucho dinero en proyectos en universidades de todo el mundo, buscando principios activos interesantes en muchas especies. Un ejemplo es Venomics, que estudia los venenos de animales como los escorpiones, arañas, medusas y serpientes. Se estima que existen en el planeta 170.000 especies venenosas, cada una de las cuales contiene un cóctel diferente de miniproteínas tóxicas que producen parálisis, bajan la tensión, disparan el corazón... Lo que pasa es que si cogemos esas toxinas, las aislamos entre sí, y las dosificamos de forma adecuada… ¡tachaaan! se convierten en fármacos para enfermedades como el cáncer, la diabetes, las cardiopatías o el dolor.

Estos cuatro favores que nos hace la biodiversidad son solo la punta de iceberg. ¿Y cómo se lo agradecemos? Pues resulta que, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cada año se extinguen entre 10.000 y 50.000 especies, la mayoría probablemente a causa de las actividades humanas. Si alguna de ellas guardaba el secreto de la vida eterna es algo que nunca sabremos. Aunque bien pensado, mejor así.

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