El arte de llevar el mundo a tu bolsillo

11 de junio de 2014

Cuando yo iba al colegio, había un ejercicio que, o te encantaba, o lo odiabas a muerte. Una vez a la semana, la profe de Sociales nos ponía a trabajar con un “mapa mudo” donde teníamos que escribir los nombres de los países, los accidentes geográficos, las capitales, los ríos… A mi me encantaba.

Ya las cosas son diferentes. Los pibes de hoy viajan por el mundo a golpe de ratón. Porque con mi generación creció también la ciencia y la tecnología. Hoy en día, la imagen de los guiris con sábanas de papel ha cambiado por los mismos guiris pero con tablets ultramodernas. Un viaje a golpe de ratón o dedo índice te permite colocarte en cualquier parte del mundo en un periquete. Además, en pantalla aparece lo que no te puedes perder, a dónde tienes que ir a comer y qué medios de transporte tienes que utilizar.




Creo que la curiosidad por el territorio que habitamos (aunque sea dentro de mi propia ciudad, por esas callejuelas que todavía no conozco) está escrita en los genes del ser humano. Y los mapas son nuestros grandes compañeros, y uno de los grandes quebraderos de cabeza de la Humanidad desde el Neolítico. Hubo un tiempo, en que dibujar un mapa era labor de una vida, solo apta para navegantes con la cabeza full de matemáticas, astronomía, geografía y física. Ellos surcaban los mares preguntándose cómo hacer para llevar el inmenso planeta, con sus mares y continentes, a un papel que cupiera bajo el brazo. El primer mapamundi conocido data del año 150 y su autor fue Ptolomeo. Con lo que por aquel entonces se conocía del mundo, te puedes imaginar que cualquier parecido a la realidad fue pura coincidencia. De todas formas, la aportación a la geografía de Ptolomeo y todos sus contemporáneos fue muy grande, porque apostaron por las teorías que decían que la tierra giraba alrededor del Sol y que era esférica. En esto último no estaban del todo acertados.

En realidad, el mapamundi de Ptolomeo se perdió, pero
en el Renacimiento fue redibujado a partir de sus notas. 
Para que los mapas salieran cada vez más parecidos a la realidad, fueron necesarias decenas de expediciones para conocer el mundo entero. Y, además, resolver tres problemas:

 1) Descubrir cuál es la forma real de Tierra, gracias a cabezas pensantes como Newton o Piccard, entre otros. Para llegar a una conclusión, se calculó el valor de la gravedad en distintos puntos de La Tierra y la fuerza centrípeta que resulta de la rotación, así como otras fuerzas que influyen en la forma de La Tierra, como las mareas. El resultado fue el geoide, donde la gravedad es menor en las zonas de masas oceánicas y mayor en las zonas continentales. En resumen: una masa deforme.

Esta es la forma real de La Tierra considerando el nivel
del mar prolongado por debajo de los continentes
.

2) Transformarlo en un modelo regular con el que se pueda trabajar. Para ello, en torno al geoide irregular se trazó un elipsoide de revolución, que es la forma que resulta de hacer girar una elipse muy rápidamente en torno a su propio eje. Y con este propósito llegaron nuevos problemas. ¿Cómo ajustar el elipsoide a la superficie del geoide? Existen varios modelos, los “elipsoides de referencia”. El más utilizado hoy en día se denomina WGS 84.



A cada una de las posiciones del elipsoide respecto al geoide se le conoce como Datum. El más utilizado es el WGS84 (fíjate que es igual que el nombre del elipsoide de referencia internacional pero sin espacio). Este es el que usan los GPS por defecto y si al configurar el software te olvidas de verificar que lo estás utilizando, tendrás errores de cientos de metros en lo que grabes.

 3) Crear un sistema de coordenadas para referenciar con dos números todos los puntos del planeta. A ser posible sin errores (imposible). Al final, elipsoide de referencia y Datum son modelos que permiten establecer un sistema de coordenadas. Estas no son sino ángulos (de ahí que las unidades tradicionales de medición sean grados, minutos y segundos).




Una vez resueltos estos tres problemas, lo único que queda es un juego de niños de preescolar: coger el mundo y desdoblarlo para llevar el territorio a dos dimensiones. Hay distintas formas de "proyectar el mundo en un plano" a gusto del topógrafo y, especialmente  dependiendo de la zona que quieras ver en 2D. Podemos hacerlo de distintas formas.La mayor parte del mundo cortaría los polos (el norte y el sur), luego hacen un corte de arriba a abajo y abriría el mundo como un cilindro.De hecho, este es el típico modelo de proyección cilíndrica, una de las más utilizadas. Las coordenadas UTM se calculan en base a un tipo de proyección cilíndrica. ¿Por qué es así?

Te proponemos que lo compruebes personalmente con un ejercicio práctico: haz una proyección cilíndrica con una mandarina. El reto consiste en abrirla hasta dejar toda la piel en contacto con una superficie plana. Y no vale deformar la cáscara. Prueba, y luego nos cuentas qué pasa.

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