Ahí estás tú, desayunando en tu cafetería favorita
a la que, no sabes del todo por qué, siempre te gusta ir. Seguramente estés
viendo alguna revista, con anuncios de cosas que, aunque realmente no
necesitas, te gustaría tener. Le has dado el último sorbo a tu café y, mientras
mordisqueas tu tostada de mantequilla, se acerca esa persona endiabladamente
sexy que te ha servido y te pregunta sugerentemente y muy cerca de ti “¿Te
gustaría algo más?”… Tu cuerpo se paraliza y
el trozo de tostada que te quedaba se cae al suelo (por el lado de la mantequilla, of course).
En esta situación (y en todas las que ocurren a lo largo del día), la atracción es un factor importante que
define nuestras acciones. En todo momento tomamos decisiones basándonos en
lo que nos atrae más, ya sea por deseos instantáneos, por el beneficio a corto
o largo plazo o por motivos que ni siquiera
nosotros entendemos.
En este post no voy a hablaros sobre El Secreto,
sino sobre algunos experimentos y curiosidades que he encontrado a lo largo de
mi búsqueda por entender cómo funciona esto que llamamos “Atracción”.